Pacto “mi alma por más vida”
La astucia del Arequipeño engaña hasta a
Satanás...
(recopilación)
Rubén Aguilar Z.
Hacía frío, una oscurecida tarde de agosto
dejaba ver el último rayo naranja del sol en el horizonte, el redil de pequeñas
ventanas y anchos muros apenas dejaba escuchar lo quejidos del joven sastre
Benigno, buen esposo y padre responsable, las fiestas en el pueblo de Uchumayo
habían causado su soledad aquel ocaso, su esposa y su pequeña hija lo dejaron
descansando con su intenso resfrío para irse a visitar a la familia al otro
lado del río.
Que solitario se sentía el ambiente en El
Huayco, las pisadas de las vacas sobre el encilado se sentían como un crujir de
papel arrugado en el oído, de pronto el sol ocultó su luz y dio paso completo a
las sombras, la luna llena disfrazaba de plata las cantarillas, y Benigno
sentía que no podía más, su intenso resfrío no era otra cosa que una fulminante
pulmonía y ya estaba causando sus efectos, la fuerte tos y la dificultad para
volver a inhalar e aire solo anunciaba una cosa. la muerte.
Una gota de sudor frío surcaba su frente
con dirección a la almohada, el vapor saliendo por su boca lo acercaba cada vez
más al final, en su último segundo consciente solo pensó – dejaré solo a mi
mujer, a mi hija, no envejeceré al lado de mis amores, le vendería mi alma al
Diablo y tener una oportunidad más para quererlas, amarlas, estar al lado de
ellas… - en un breve suspiro se le fue la vida…
¡¡¡Despierta!!! Le gritó una voz
aguardientosa, muy áspera, el fenecido cuerpo volvió a la vida. Una gran
interrogante se dibujaba en el rostro del sastre. Se levantó y volteó a ver el
origen de la voz que lo devolvió a la vida, sus ojos se abrieron cual lámparas
de carburo, hubiera empalidecido si estaría completamente vivo, pero no lo
estaba.
- ¿En verdad estás dispuesto a dar tu
alma?
- Sí y lo sostengo – dijo el moribundo.
- Umm, te ofrezco un trato, un año más de
vida.
- ¿Qué quieres a cambio?
- ya lo has mencionado, tu alma. Así tendrás
mucho tiempo para despedirte de ellas dignamente.
- Está bien, ¿dónde firmo?
Una risa resonante y grabe retumbó los
muros de quincha, era de satisfacción, un contrato firmado con una gota de
sangre le aseguró al “Sajra” el alma del sastre.
Fue un año próspero, Benigno tuvo buenas
cosechas, tuvo más trabajo de sastre que nunca, su familia estaba feliz. 365
días después del trato, nuevamente el sastre quedó solo en su hogar, esta vez
por voluntad propia, pues esperaba visitas.
Nuevamente al atardecer, unos pesados
pasos y el frío ambiente anunciaban la presencia del demonio – Hola Benigno,
vengo a reclamar tu alma – dijo con su voz de ultratumba, el sastre se puso
nervioso, pero pensó: “el Diablo por ser Diablo es seguro que le gustan las
apuestas, le haré una que no podrá ganar”. Estoy dispuesto a pagar mi deuda,
sin embargo no sé si te gustaría jugar un todo por el todo. Satanás lo vio
fijamente – te escucho – le dijo.
-Yo te daré mi alma solo asegurándome que
tú eres el Diablo, puede que seas solo uno de sus tantos súbditos que él tiene
regados por el mundo y no quiero ser estafado.
-¿Estás dudando de mí?
-No, solo quiero asegurarme. Al ser el
poderoso Rey de las Tinieblas imagino que no temerás que te haga una apuesta.
- ¿Una apuesta?- dijo mientras se tocaba
la tosca barba – Acepto.
- Entonces te reto a que construyas un
puente que cruce el Chili desde Uchumayo hasta el Huayco, tu sabes, ya que
moriré quiero que mi esposa y mi hija lleguen pronto a casa y de la manera más
segura a enterrarme.
- jajajajajajaaja eso es algo muy sencillo
de hacer, recuerda quién soy.
-Bueno no es todo, puedes empezar de una
vez, pero tendrás que acabar el puente antes que cante el gallo.
- Acepto tus términos, jajajajajaja, solo
prolongas tu viaje, pero te daré gusto.
Tras tanto diálogo y acuerdos ya casi era
la media noche, el sastre pensó que el Diablo no podría acabar, ya que tenía
que ir hasta Añashuayco por el sillar, tallar cada bloque y hacer la mezcla de
cal, sin embargo para asegurarse decidió espiarlo.
Sorprendido observó que Lucifer pronto
tuvo el material a la orilla del río, y que ya se predisponía a hacer la
mezcla, miró su reloj de leontina, ya eran las tres de la mañana y tenía listos
los cimientos – tengo que hacer algo – dijo al ver que su treta no funcionaría.
El sastre ya sentía su alma fuera de su
cuerpo por el temor a la muerte cuando de pronto una sonrisa casi diabólica se
dibujó en su rostro, rápidamente corrió a juntar todos los espejos posibles,
los de su casa, los de la casa de sus vecinos, vidrios rotos también servirían,
formó un complicado apilamiento de cristales frente a las jabas de los gallos y
encendió una lámpara de carburo, la luz se reflejó cada vez más intensa en cada
vidrio, los aleteos le anunciaron al sastre que su idea funcionó y pronto sonó
el primer kikirikiiiiiiii, el Diablo que ya había construido la mitad del
puente no podía creer que estaba a punto de amanecer y consciente de haber
perdido la apuesta simplemente desapareció, dejando el “Medio Puente”, que pese
a haberse intentado terminar por mano humana, siempre colapsó dejando solo lo
hecho por el Señor de la Oscuridad.
Carta del Infierno
Benigno, al llegar al infierno noté que
faltaba mucho para amanecer, te devuelvo tu alma ya que fuiste el único ser
humano que me ha logrado engañar, hoy sé que no volveré a hacer tratos con
arequipeños que tienen el alma de hierro forjado, el corazón lleno de lava del
Misti y sobre todo la astucia del chirote, espero tengas larga vida y saludos a
tu esposa e hija, tus dos hermosos texaos.
El Diablo.