jueves, 8 de abril de 2010

ES HORA DE LEVANTARTE

Hay días en los que la soledad pesa más que cualquier cosa en tu vida, hoy para mi es uno de esos días, en los que aceptar que es posible que me equivoqué al elegir caminar sin compañía por el sendero de la vida, en los que extraño un simple saludo, o tal vez una tacita de café, o un cariñoso recibimiento.

Es cierto, antes estuve solo, anduve solo, vivía solo, pero es difícil hacerlo ahora, cuando me doy cuenta que quienes se decían mis fieles amigos simplemente me utilizaron, me tenían cerca para satisfacer sus necesidades de compañía, su hambre de ser escuchados y la sed de que alguien les diga que son “buenas personas”.

Es difícil llegar a mi habitación, no más grande que mi cama, con reducido espacio como para sentir frío climático, pero con el suficiente como para congelarme de tristeza, para sofocarme con los días cálidos y deshidratarme de soledad.

Sé que mañana, siempre será un mañana, una nueva oportunidad de ser feliz, de olvidarme de este gris momento en el que simplemente me siento triste, no vacío, solo triste, incluso porque el amor no me sonríe tanto como la desilusión, me declaro culpable de haber derrochado irresponsablemente las oportunidades de ser feliz y haber roto muchos corazones en varios pedazos, pero también soy culpable de buscar la felicidad asumiendo el riesgo de quedar como hoy. SOLO.

Hay momentos en que no es deseable esperar nada de nadie, sin embargo es gratificante voltear y ver que alguien pone su mano sobre tu espalda, para evitar que caigas, para darte confianza con una sonrisa sincera, con la única finalidad de que te enteres que no estás solo, que simplemente tuviste una simple recaída en tu “crónica depresión”, que tan solo estas cumpliendo un ciclo y que:

“Ya es hora de levantarte, de sonreír, de decirle a tus amigas lo lindas que se ven, y a tus amigos lo decididos y fuertes que son, de hacerlos reír, de tratar que ellos no reciban mala energía por parte de tu corazón, de decirles que los quieres mucho y que les agradeces con cada beso en la mejilla o apretón de manos, la compañía que te hacen durante las horas de sol, cuando las moscas vuelan alrededor de cualquier cosa”.

“Es hora de levantarte, ve contra el reloj, contra la asquerosa política tratada según los politiqueros actuales, contra la gente que solo te sonríe por que no recuerda ni tu nombre, contra aquellos con corazones oscuros y egoístas, fríos, llenos de ambiciones y envidias. Es hora de levantarte y salir al encuentro de tus amigos, aquellos que ves solo de vez en cuando e incluso muy poco, pero que nunca dudan en preguntarte ¿Cómo estás? Francamente, es hora de ir y ver a esas plantas sedientas de conocimiento y de esperanzas de una vida dulce y sonora, a quienes tienes que darles todo lo que puedas para que lo logren”.

Es hora que me levante y que sonría con una serie televisiva que lo único que hace es hacerme saber que siempre hay una manera o forma de ser feliz, no solo por la vida fantasiosa que me muestra, sino porque la vida está hecha para vivirla, para aprovecharla cada segundo, para no perder el tiempo en tristezas y llantos, en nostalgias sobre cosas y casos que jamás podrás cambiar.

Es hora de levantarme literalmente, ponerme las sandalias y caminar, darme un duchazo y limpiarme de la mala energía en que me envolvió la noche, de amanecer de nuevo, de planchar la camisa, el pantalón y hasta las medias a modo de divertirme, de ponerme los zapatos y salir a la calle, fresco, libre, respirando aire puro, viendo a gente que se levanta muchas horas antes que yo y que aún permanece con la frescura de su primer segundo de vida, es hora de recibir buena energía y llenarme de fuerzas, de esperanzas, de LIBERTAD en mayúsculas y de dejar de pensar en pasados casi presentes.

Es hora de levantarme y decirles a los que amo que los AMO con toda mi alma, todo mi cuerpo, mi corazón, mi hígado, mis tripas y mis cabellos, con todo mi ser, que si están mal, estoy aquí para decirles que no pierdan fuerzas y que si lo hacen, que no se preocupen que yo les daré de la mía, porque para eso estoy, para eso Dios me mando a ser su hijo, su hija, su amigo o amiga, su compañero de trabajo o de estudios o de la vida, “solo para darles fuerza y que comprendan que ese es mi mandato divino.

Vivir llenos de esperanza y de felicidad dentro de nuestros corazones es la única manera de levantarnos, pues si buscas una mano amiga simplemente busca al final de tu brazo.