jueves, 11 de agosto de 2011

Los Huesitos

ROAZ.

Caminado del puente Bolognesi hacia Umacollo, existe un pasadizo llamado antiguamente El Pasaje de Los Huesitos, es fácil llegar, está al borde del acantilado del río Chili, bordeando lo que antes se conocía como el Club Alemán.

En la hora nona, cientos de niños se ven jugando a los trompos y a bolas, caretas, al ñoco, al tejo, a la liguita y a la soga también, sus risas casi de ultratumba retumban en las casonas y se confunden con el arrullar de las aguas del Chili, los sauces que bordean las orillas del afluente son el hogar de las almas de los infantes no nacidos y de los asesinados al nacer por el pecado de sus padres.

Dios, en su divina misericordia, los deja salir del limbo y tomar sus formas humanas para que disfruten del regalo de la vida y de la felicidad de ser niños. Cuando su tiempo pasa, un gallo dorado aparece en la baranda del Puente Bolognesi; en su primer canto, las almas abandonan sus cuerpos y estos caen abruptamente al suelo; el segundo canto, los empieza a secar hasta los huesos; y el tercero, los sumerge nuevamente en la tierra que esconde el secreto de sus muertes; en ese instante, el gallo cae a las turbulentas aguas del río para renacer en la siguiente madrugada y así los niños negados culminen nuevamente el tétrico recreo.

miércoles, 10 de agosto de 2011

El diablo


Rubén O. Aguilar Zavaleta

En cada madrugada, en la hora nona, que no son las 12 de la noche como creen muchos, sino entre las tres y cuatro de la mañana, cuando todos los santos y ángeles dan una pestañeada, se escuchan ruidos extraños en la Catedral de Arequipa. Todo empieza con un leve crujir de maderas, “tac” es el inicio de ondas sonoras replicadas con el eco, luego sigue un largo rechinado asemejado a un quejido, es el diablo, él permanece atado bajo el púlpito de la iglesia, e intenta liberarse de su condena divina para volver a su reino de tinieblas.

Casi espontáneamente, su cabeza humana empieza a balancearse de un lado a otro mientras sus ojos sobresalen en señal de desesperación, su cola de dragón se agita intensamente golpeando las bancas de la Catedral. Se convierte en un ser de carne y hueso, y tras varios minutos de lucha, logra escapar, cuidadosamente se arrastra por el pasaje derecho del salón principal y sale usando la puerta casi desapercibida que existe al pie de la torre del reloj; casi en silencio, se dirige al atrio de la casa religiosa.

Tiene miedo, el corazón de brasa le hierve hasta encender sus ojos, el hierro forjado de las rejas que rodean la catedral evitan que logre su satánico objetivo, pero su temor a seguir encerrado sin hacer sus diabluras lo impulsa a una última estrategia, dejar una marca para que sus demoníacos súbditos sepan dónde está y vengan a rescatarlo. Cuidadosa y acrobáticamente estira su brazo izquierdo entre los barrotes, haciendo que la uña de su dedo índice  alcance una de las rocas de la vereda, fundiéndola, dibuja una serpiente y una manzana, “soy yo, el iniciador del pecado” significa el mensaje.

Cuando termina de dibujar, levemente su brazo toca uno de los barrotes causándole un insoportable dolor, automáticamente las campanas suenan y los santos despiertan asustados, “¿Por qué duermen cuando deberían estar rezando?”, pregunta una misteriosa voz mientras el tragaluz principal se ilumina como si fuera mediodía,  develando que el diablo ha huido, afuera satanás no resiste más el dolor causado por el hierro y suelta un grito, en ese instante un poderoso viento lo lleva nuevamente a su prisión: Mientras se constituye nuevamente en madera, se le oye susurrar: “Mañana, llegará nuevamente la oscuridad”.

Diálogo en el Tambo de Ruelas


De Melgar a la guerra con Chile

“En la ciudad hay muchas casonas y hasta simples rejas de hierro forjado que son factores muy importantes y determinantes para la historia de Arequipa…”

Rubén Aguilar Zavaleta

La madera crujía bajo mis pies mientras se balanceaba en un sube y baja a cada paso que daba, el balcón del tercer piso parecía vencerse con mis escasos 30 kilos, pero su calidad de pino inglés no le permitió rajarse. Mi padre, don Rubén Aguilar Peláez, permanecía apoyado en la baranda mientras yo aún jugaba en cada tabla que sobrevivió más de 400 años clavada e insertada en anchísimos muros de sillar.

- En este piso crecieron y se guardaron los sentimientos secretos de Mariano Melgar – dijo él, rompiendo el silencio arrullado por el sonido del viento que atravesaba las viejas calaminas del Tambo de Ruelas.

Tras sus palabras, mi juego en las desgastadas tablas terminó en una mirada atenta.

Cuando los españoles aún dominaban el Perú y tenían una importante presencia en Arequipa, nació Mariano Melgar – detalló en su relato – en su juventud él se enamoró de su prima, María de los Santos Corrales, pero su timidez hizo que jamás le mencionara sus sentimientos, sin embargo no podía reprimir la inspiración que ella generaba, así que la rebautizó como Silvia, y así, él creó yaravíes y poemas que aún se cantan con gran sentimiento en las tabernas, talabarterías y fábricas de guitarras del Puente Bolognesi.

- ¿Pero, por qué dices que aquí crecieron y se guardaron sus sentimientos? – pregunté intentando decirle que también conocía la historia de Melgar y Silvia, pero que en ningún libro se mencionaba al Tambo de Ruelas.

En la ciudad hay muchas casonas y hasta simples rejas de hierro forjado que son factores muy importantes y determinantes para la historia de Arequipa. Tras descubrir sus sentimientos –retomo el relato- Melgar venía constantemente a este tambo, trayendo su guitarra en manos y algunas hojas en caso le brotara alguna inspiración y se sentaba en aquella ventana - caminamos hacia ella mientras continuaba hablando – ¿ves aquel balcón? – Asentí con la cabeza – su Silvia solía sentarse ahí cada tarde a peinar su larga cabellera, desde aquí él podía verla sin ser sorprendido - una paloma salió abruptamente de un agujero en la pared y me abracé de su cintura, él sonrió y salimos del zaguán que alberga a “la ventana de Silvia”.

Un leve temblor hizo que la casona se balancee tanto que parecía un terremoto en aquel piso, mi padre, sereno como siempre, me invitó a caminar hacia el segundo nivel, mientras, yo enloquecía en la desesperación del susto – tranquilo, si corres te puede caer un sillar en la cabeza y pum, ahí nomás quedas – me tomó la mano para evitar que salga huyendo y bajamos al balcón del segundo piso, al final de este hay un techo despejado y abovedado, según mi padre, muy seguro en caso se repitiera el temblor, reparé en el torreón que permite ver toda la ciudad y la bajada de los puentes Bolognesi y Grau, además de todas las desembocaduras de calle a la ahora avenida La Marina.

Desde aquí los arequipeños realizaron estrategias en sus intentos de recuperar sus tierras de la ocupación chilena, -dijo él, al ver la curiosidad en mis pupilas - era en los tiempos de la Guerra del Pacífico y los “rotos”(1) estaban por todas partes en la ciudad, habían tomado Yarabamba, Quequeña, Characato, Socabaya, Chiguata, Paucarpata, Miraflores y todo el centro, pero aquí, en la “chimba”(2) les fue difícil porque tenían que chimbar(3) el rio, que en ese entonces era más caudaloso, o usar los dos únicos puentes que habían para este lado, en ambos casos se evitaba con una escopeta en mano, pero más frecuentemente con una “cacha”(4) y buena puntería.

En muchas ocasiones lograron replegar al enemigo tras ataques inesperados, pero la superioridad en armas de los chilenos era notable, sin embargo el amor de los arequipeños a su tierra era aún más, por eso nunca dejaron de luchar, incluso cuando el Ejército Peruano entregó sus armas tras el tratado de Paucarpata, que además no fue reconocido por los chilenos, todos los días habían revueltas, entre ellas la más intensa fue la de Quequeña y Yarabamba donde fueron fusilados diez héroes.

Mientras lo escuchaba, mi sangre hervía al punto de la lava del Misti, deseaba con todas mis fuerzas haber nacido en esos tiempos y luchar por mi Arequipa, a mis escasos 10 años en aquel entonces habría sido un soldado o un revoltoso luchador contra las fuerzas de los rotos, mi frustración se tradujo en amor a mí terruño y en orgullo de haber nacido “…al pie de un volcán”.

Sin darme cuenta, el relato bélico había borrado por completo de mi mente y de mi cuerpo el sismo ocurrido minutos atrás, mis manos y piernas habían dejado de temblar, ahora solo quería cuidar a mi ciudad, amaba cada sillar superpuesto uno sobre otro, en anchos muros tallados y llanos, cada piso de madera y techo abovedado o de calamina, cada farol colgado en las angostas calles, cada macetero con geranios colgado en los pórticos, cada piedra de las veredas del cercado, cada palmera de las plazas de los distritos, cada quebrada de mi volcán.

Un sonido extraño venido de una ventana que llevaba a la oscuridad rompió mi concentrado sentimiento, me asusté, las horas habían avanzado y el cielo pasaba del naranja en el occidente al azul oscuro en el oriente, con la valentía que me dejó el relato anterior pregunté - ¿Qué es eso? – Sentí la cálida mano de mi padre en mi cuello y el miedo se fue por completo, su áspera voz varonil se adornó con una sonrisa sombreada por su cano bigote – es una paloma – respondió – seguro tiene su nido en esta cuartón – intentó explicar. Nuevamente una gran interrogante se dibujó en mi frente y se decidió a resolverla – los tambos eran posadas, como hoteles para los “arrieros” (5) donde estos llegaban de varias partes del país para descansar o comerciar, el patio grande tenía la finalidad de recibir al ganado que traían, mientras que los cuartones servían para guardar cueros, lana y granos, entre otras cosas.

Este tambo fue uno de los más importantes, ya que era el más antiguo, además de ser el más caro, por el solo hecho de estar al otro lado del río, donde vivían los Ccalas (6), pero como ves ahora está muy abandonado, por ahora solo nos queda evitar que la historia que se vivió en esta mole no desaparezca ni se debilite como ocurre con cada tabla del piso, sino que permanezca en pie y firme como cada sillar que sobrevivió más de cuatro terremotos en los últimos siglos.

A mi amada tierra y a la memoria de Rubén Aguilar Peláez (1924 – 1998)

********************************

El Tambo de Ruelas

El Tambo de Ruelas fue edificado en la calle Beaterio del distrito de Yanahuara, precisamente donde se inicia la calle La Recoleta, actualmente fue restaurado solo en la fachada, y se encuentra bajo el poder de René Leyva, quien desea que el tambo sea restaurado y convertido en un museo que represente el alto valor de los Tambos en la época colonial.

Por ahora, el tambo alberga aproximadamente a 5 familias de escasos recursos económicos, dándole algo de vida al histórico monumento.

****************************

La casa de Silvia

La casona donde vivió María de los Santos Corrales, conocida como la Silvia de Melgar, está ubicada en la calle Beaterio, a una cuadra del puente Bolognesi en el lado de Yanahuara, precisamente donde inicia la avenida Zamácola, desde hace aproximadamente 5 años fue convertida en una institución educativa particular, haciéndose varias modificaciones en el predio para adaptarlo a los requerimientos del plantel.

************************************************************
Glosario

(1)Roto: chileno.

(2)Chimba: lado norte de la ciudad.

(3)Chimbar: cruzar el rio o acequia.

(4) Cacha: honda, banda elástica para lanzar piedras.

(5) Arrieros: comerciantes de la época colonial, trasladaban mercadería a lomo de bestia.

(6) Ccalas: denominación de la alta sociedad arequipeña.

lunes, 13 de junio de 2011

Vacío

Hoy ya es el tercer día que te veo más lejos que nunca, pasas a mi lado, logro darte un beso en la mejilla pero tú no estás, por lo menos no para mí y quiero imaginar que para nadie, sé que tu mente vaga por otros lares, donde los recuerdos viven, o tal vez donde los sueños están, por lo menos eso quiero imaginar, luego de saberte en mí, hoy no te sé, no es natural todo esto, o tal vez sí, estoy confundido, me duele pero no, me llena de vacío.

No debería estar así, lo sé, pero es que sé pocas cosas y hay tantas que quisiera saber, que me siento perdido, quiero imaginar que no existes, pero no puedo hacerlo cuando te veo, quiero rescatarte de donde estás, pero sé tan poco que tal vez no quieres ser rescatada, las misivas no tienen respuesta, y las respuestas no tienen razón, estoy perdido, tal vez soy yo quien quiere ser rescatado, pero no quiero que me rescate nadie si no eres tú.

Tanta es mi confusión que si me rescatas no sé en realidad que vendrá después, tengo mucho miedo, pero es natural.

Las historias parece que llegan a su fin, los recuerdos también, la sangre de los dioses no hace efecto sin ti, te extraño, te necesito, te quiero respirar, me asfixio en mí, será muy difícil pero viviré, por ti y por mí.

jueves, 2 de junio de 2011

No pensé

Buscando los malditos cigarros, ¿dónde los dejé?, (ya sé chayito que me dijiste que no maldiga) pero los estaba buscando, cuando recordé caí en la cuenta que pensé más en ella que en mí y no recuerdo donde los dejé, recuerdo que soy malo para recordar, así que a buscar. Ummm, mira ya los encontré, donde siempre, pero uno nunca busca en los lugares más obvios, sino donde más los espera, clásico.

EXTRAÑO AMOR

Su historia no la conozco. Fue como encontrar un tesoro encriptado, la primera vez que la vi, dicen que me vio, me dijeron, pero no le di mucha importancia porque mis ojos miraban a otra dirección, hoy mis ojos y mi corazón miran hacia ella, pero hay algo bien cierto en la vida, hay momentos para todo y nuestro momento aún no había llegado, solo había que esperar, unos años.

Nuevamente la vi, aún no era nuestro tiempo pero ya compartíamos, hoy meses, y muchos meses después - no quiero ver más allá, nos encontramos:

- ¿Ummm otra vez lo mismo de antes? – no sé si se lo preguntó o me lo preguntó, le respondí, pero no recuerdo qué.

La reconocí, nuevamente la vi y, hoy soy feliz, porque la volví a ver, y pude disfrutar de su presencia, de su, lo digo hoy, de su maldita presencia, no lo digo porque sea mala, al contrario, porque es demasiado buena, en todos los sentidos, y, la quiero, no para mí, sino para hacerla feliz, porque la felicidad no es de todos los días, sino de cada segundo, uno sí, al otro no, pero no es momento de entrar en detalles, sino en momentos, y en este solo puedo relatarles que soy feliz, claro a ti que me lees, que te importa mí felicidad, pero a ti que sientes estas líneas sí, así que volvamos a los que nos importa.

Tras tenerla cerca encontré su corazón, pero este estaba dentro de una puta burbuja de cristal, y es que su corazón, pude verlo, pero no llegue a él, o por lo menos no hasta el momento (estoy en búsqueda del diamante que corte este cristal) la esperanza nunca se acaba, y mi amor por ella, estoy seguro que por el momento jamás.

“Fue la noche de Santiago”, reza un verso de García Lorca que me viene a la mente y probé la miel de sus besos cuando la sangre de los dioses corría por sus venas. La noche había caído ya en el horizonte, pero el amanecer llegó en ese instante a mi ser, su larga y ondeada cabellera, entre negra y castaña, resaltaba cada curva de su figura, su sonrisa me entregó un beso, ese beso le entregó mi corazón.

En ese instante la amé y creo que la sigo amando, su voz me mostró lo armónico de la música, aún siento el vibrar de sus cuerdas vocales impactando en mi piel. -Baboso – me dijo, casi de inmediato me tocó el rostro con sus suaves manos, casi de inmediato nos volvimos a besar, sentí en cada caricia las ansias de seguir besándola.

24 horas después no la vi, pero la extrañé, sentí su voz tras el auricular y la amé. Por la noche volvimos al encuentro, para recapacitar sobre lo sentido, corroboramos el hallazgo sentimental, nos queremos de la forma más extraña, nos acompañamos. ¿Nos estamos enamorando?-NO – dijo ella, rotundamente.

No creo que ella se dé cuenta, pero hoy estamos juntos, libres pero juntos, pero ¿Qué es el amor? Para mí entregar todo lo que tengo para que la persona que amo sea feliz, parece conformista, no te confundas mujer, es solo amor desinteresado, “el que tenga oídos que oiga”, parafraseando a mi pata “Hijo de Dios” y que “vea (lea) el que tiene ojos”, pero esa es la verdad, no te quiero para mí, te quiero para que seas feliz y si mañana muero, será porque estoy satisfecho con lo que hice en esta vida, antes no, no te preocupes, he probado la muerte y he vuelto y estoy seguro que tú también.

Volvamos a lo nuestro, a lo suyo, o en realidad a lo mío, hoy tras probar de “sus huesitos”, no tengo más que aceptar que aún sigo vivo, claro, sino no estaría escribiendo esto, pero la vida en sí no es nada si no sientes, y hace mucho que dejé de hacerlo, pero hoy lo vuelvo a hacer, así que, según Gabriel García Márquez (El amor en los tiempos del cólera) “goza de tu dolor, tienes que aprovecharlo…sufre todo lo que puedas porque estas cosas no duran toda la vida”, y estoy dispuesto a aprovecharlo y a gozarlo, sufrirlo y si se puede a padecerlo.

Nunca se nieguen a los que sienten, como decía párrafos arriba, si me muero moriré satisfecho, porque hice lo que pude para ser feliz y créanme, los que tengan que hacerlo, lo hice y también háganlo ustedes. No sé si concrete lo que en mi mente se dibujó con la mujer que inicié el relato, pero lo que sí sé es que soy feliz, y que estas líneas aún no han terminado…

Pdta. Estoy rendido a tu mirada.

martes, 26 de abril de 2011

De noche y sin Luna

¿Cómo estás? me pregunto, ¿cómo estoy? no lo se, pero se que te extraño. No se si me extrañas, pero se que te necesito, sin embargo sé que no eres mía, ¿quien sería sino para ser dueño de la Luna? tendría que ser Dios y no soy él. Como todo hombre, sueño con verte cada noche, en la cima de del cielo para inspirar los mas tiernos versos y como cualquiero humano, puedo verte, pero jamás tenerte.

ROAZ

lunes, 7 de febrero de 2011

LUNA PERDIDA

La bebida había acabado con nuestros cuerpos, los parpados nos pesaron más que el plomo, él y yo caímos rendidos, pero Morfeo fue más cruel con él, lo llevó rápidamente a sus brazos, yo estuve acostumbrado a resistir el sueño, con algunos sentidos álgidos, sentí una voz;
- Ricardo ¿puedo hablar contigo?
- Ya voy – en mi mente me sentí excitado ante la sorpresa.
- Ven al patio – volvió a decir la voz
En ese instante, a oscuras salí a tientas de la habitación en la que minutos antes había acabado una botella de licor con mi amigo. Cuando salí, di un paso en el zaguán, el siguiente fue en el cielo, no aterrice hasta…un momento sigo volando, intentare bajar mi vuelo para contarles la historia.
No fueron los ojos en los que tantos años estuve sumergido intentando recordar el rostro que los sostenía, mucho menos el aroma que me los recordaba, fueron labios, furtivos, delgados, rosados, pasionales y amantes, los que me llevaron nuevamente a los dulces 16, en realidad creo que fue a los 13, cuando aun moría por ser el afortunado de recibir un beso de la mujer que amaba.
Extraña situación. Luna, es su nombre, tras conocerla no parece tan extraño que yo haya logrado estar fuera de la tierra, orbitando a su alrededor mientras nuestros labios se mantenían en contacto, segundos después, (hubiera deseado que fueran años) desperté y ya caminábamos desde el zaguán al patio, los rayos de su “tocaya” caían y dibujaban las hojas de higuera en el suelo y nos sentamos al pie de esta, junto al pozo de agua, le dije que la amaba, lo recuerdo y aún lo siento.
- Te amo - ella me escuchaba y no me creía, hubiera dado mi vida para que no me crea, pero lo hizo y yo también creí en mis palabras y en mis sentimientos, sentí que en la vida no importaba nada más que ser feliz, nada más que amar, que sentirse correspondido, que estar al lado de una mujer que te ama, y con la que soñaste tener toda tu vida, sentí que era la realidad, que había que vivir y que no existía ninguna otra realidad semejante a la que estaba viviendo.
La ame por muchas noches, incluso cuando no estaba llena, sino nueva, también en menguante y creciente, siempre la ame, nunca ame tanto y amén, pero la razón, la estúpida razón llegó y lo arruinó, yo un profesante de esta, no podía negarme a sus extensos brazos, ni a su sensual cabellera, la razón es la razón y punto, la amé y la dejé, partí, me fui sin mirar atrás, es mentira, ella se fue así tras mis justificaciones estúpidas y me quedé entre las sábanas y mis estupideces, solo la deje partir.No volvió atrás, nunca más, supe por primera vez, tras 19 años de amar y conocer el amor en todas sus formas, que fui el hombre más soso, por dejar partir al amor que siempre desee y que por azares de Dios o del diablo, tuve entre mis brazos; se fue y no volverá nunca más, se fue y nunca la olvidaré, se fue y simplemente se fue y se que nunca volverá, que seas feliz Luna Intensa, Dios te acompaña.