jueves, 11 de agosto de 2011

Los Huesitos

ROAZ.

Caminado del puente Bolognesi hacia Umacollo, existe un pasadizo llamado antiguamente El Pasaje de Los Huesitos, es fácil llegar, está al borde del acantilado del río Chili, bordeando lo que antes se conocía como el Club Alemán.

En la hora nona, cientos de niños se ven jugando a los trompos y a bolas, caretas, al ñoco, al tejo, a la liguita y a la soga también, sus risas casi de ultratumba retumban en las casonas y se confunden con el arrullar de las aguas del Chili, los sauces que bordean las orillas del afluente son el hogar de las almas de los infantes no nacidos y de los asesinados al nacer por el pecado de sus padres.

Dios, en su divina misericordia, los deja salir del limbo y tomar sus formas humanas para que disfruten del regalo de la vida y de la felicidad de ser niños. Cuando su tiempo pasa, un gallo dorado aparece en la baranda del Puente Bolognesi; en su primer canto, las almas abandonan sus cuerpos y estos caen abruptamente al suelo; el segundo canto, los empieza a secar hasta los huesos; y el tercero, los sumerge nuevamente en la tierra que esconde el secreto de sus muertes; en ese instante, el gallo cae a las turbulentas aguas del río para renacer en la siguiente madrugada y así los niños negados culminen nuevamente el tétrico recreo.

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