lunes, 24 de noviembre de 2008

Productividad en zonas altoandinas bajará por incertidumbre de sequía

Alrededor de 700 has de cultivo peligran por la ausencia de lluvias


Diana/Blogs.


La ausencia de lluvias en las zonas altoandinas, que iniciaban normalmente a partir de setiembre, pone en peligro 700 hectáreas de cultivo esencialmente de las zonas de Castilla, Caylloma, La Unión, siembras que fueron realizadas semanas atrás y se encuentran en estado de germinación.

El gerente departamental de Pronamach, Edwin Zúñiga, explicó que entre setiembre y noviembre estas regiones inician la siembra de productos como habas, papa, Trigo, Quinua, Kiwicha y en zonas de valle, Palta y durazno. La mayoría de agricultores se fían de las lluvias para regar sus chacras pues en un 95% carecen de riego tecnificado.

Sin embargo, dadas las condiciones climáticas, una buena parte de sus sembríos podrían perderse, provocando grandes pérdidas al hombre de campo y reduciendo la productividad de las zonas en la próxima campaña agrícola.

El 70 por ciento de pobladores de las zonas altoandinas de la región se dedican a actividades agrarias, la mayoría a decir de Zúñiga cuentan en promedio con 1 hectárea y media de chacras, por lo que su producción es mínima, pero significativa para el agricultor ya que forma parte de su inversión, de esta manera si baja su producción, ante una posible sequía, bajan sus ingresos y aumenta la necesidad de la zona.

Otro problema que resalta la ausencia de lluvias, es la falta de infraestructura de riego, pues sólo entre el 4 y 5% de los productores cuentan con sistema de riego modernos, así de las 20 mil hectáreas el 90% requiere de la presencia de lluvias para su producción.
Lo recomendable, de acuerdo a la autoridad es crear en un plazo no superior a los 3 a 4 años infraestructura agrícola como canales de riego, reservorios exclusivamente de uso agrícola pues la inestabilidad climática no es la misma de hace años. “Las lluvias ya no son estacionarias sino rotativas”, agregó el especialita tras saludar la posición de la gerencia de Agricultura que decidió reducir el aforo del recurso hídrico a 10.5 cm3 por segundo, como medida de contingencia por una probable sequía.

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